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Por qué atrapa tanto “El juego del calamar”, la perturbadora serie coreana que une al sarcasmo de “Parasite” con el sadismo de “Hostel”
25.09.2021 12:10| La ficción oriental se está transformando en un fenómeno popular al aparecer entre lo más visto de las tendencias.
La geometría es una de las bases de la arquitectura. A partir del diseño de diferentes formas se pueden levantar moles de cemento, puentes, ciudades o imperios. En el trazo de esas figuras, a la vez, se pueden esconder desde entretenimientos simples hasta simbologías complejas para llegar a lo más desarrollado de una estructura social.
La serie coreana de drama, terror y acción El juego del calamar, que usa un popular divertimento infantil asiático para armar su trama, expone eso: entre sus círculos, cuadrados y triángulos se decanta una potente y perturbadora historia que devela los hilos de una sociedad traumada por las desigualdades de su sistema, todo en el medio de un violento enfrentamiento en el que sobrevivirá el más fuerte. La teoría darwinista llevada al extremo y transformada en una adictiva ficción.
En qué ficciones pudo haberse inspirado “El juego del calamar”
Creada y dirigida por Hwang Dong-hyuk, son 9 episodios que transpiran cinefilia: tiene el sadismo brutal de Hostel, las vueltas extravagantes de la saga El juego del miedo, la grandilocuencia de la supervivencia que se da en Los juegos del hambre, Escape Room o El Cubo y el sarcasmo melancólico que brota de la ganadora del Oscar Parasite, también coreana.
La serie parece compartir singularidades también con la película alemana El experimento, en la que los protagonistas tienen que cumplir roles diferentes de policías y presos en una experiencia que se desmadra de una forma brutal de un segundo para el otro y con algunas historias distópicas como Maze Runner y Divergente.
En algunos fragmentos hay, entre líneas, instantes sonoros ligados a los spaghetti western de Sergio Leone y momentos visuales con el trasfondo poético de la filmografía de Akira Kurosawa. A la vez, sobrevuela todo el tiempo la noción del control total de las voluntades que ocurre en el reality show Gran Hermano y en la clásica The Truman Show, inspirados en el libro 1984 de George Orwell.
El juego del calamar no es para estómagos sensibles. Se ven asesinatos de todo tipo, hay secuencias sangrientas al estilo torture porn y la tensión aumenta a un ritmo inquietante, por momentos. La intensa oscuridad del argumento se contrapone con la brillantez de los tonos elegidos para sus imágenes. Las secuencias están construidas con colores pastel, ligados a lo infantil, con el rojo y el verde, emparentados con las funciones de un semáforo como frenar o seguir.
Cómo es la historia de “El juego del calamar”
La historia es la de Seong Gi-hun, un perdedor con todas las letras, aquejado por las deudas. Un día se topa con un hombre en la calle que le ofrece una solución a sus problemas. Tiene que participar de una competencia del que no le da mucho detalle, pero que tiene un estímulo: el ganador se lleva casi 40 millones de dólares. Lo que parece ser una lucha física más entre adultos inspirada en viejos juegos infantiles, termina siendo una ronda perversa por ver quién sobrevive.
La llegada al streaming de El juego del calamar tardó mucho tiempo en darse. El realizador Hwang Dong-hyuk contó en una entrevista que le hizo The Korean Times para promocionar la ficción que el guion lo terminó en 2009. “En ese momento los productores consideraron que la historia era peculiar y violenta. Fue difícil conseguir un inversor o actores para el reparto. Así que lo cajoneé después de intentar hacerla durante un año”, explicó.
Luego, con el paso de los años y al desarrollarse otro tipo de argumentos a partir de la explosión de la ficción, el realizador se dio cuenta de que esos juegos “están alrededor todo el tiempo” y son “relevantes para el mundo”, una situación que lo impulsó para conseguir financiación. “Entonces, cuando mostré el guion, me dijeron que era muy interesante y realista, lo que me hizo pensar que ahora sí era el momento perfecto para esta serie”, sostuvo.
La apuesta le salió de maravillas. En la última semana, El juego del calamar ocupó el segundo lugar entre las ficciones más vistas de la plataforma Netflix en todo el mundo. La presencia de estrellas coreanas entre su elenco, como Park Hae-soo, Lee Jung-jae, Jung Ho-yeon, Oh Young-soo y Gong Yoo (recordado por ser el protagonista de Train to Busan), ayudó a ese fenómeno.
El título de la serie toma como base al último de los juegos de la competencia en la que participan los protagonistas. Se trata de un tablero dibujado en el piso, como en la Argentina es la rayuela. Son tres figuras que forman una especie de calamar, con un cuadrado, un triángulo y un círculo, arriba de los cuales los dos equipos evitarán que cualquier de los rivales logre llegar al círculo. Para llegar al objetivo puede haber violencia.
Qué elementos artísticos aparecen en “El juego del calamar”
La geometría, a la vez, es la esencia de la división de los guardas que son los que ejecutan a los tiros las órdenes de un líder. Los soldados usan máscaras que llevan cuadrados, círculos y triángulos, para dividirse las tareas, vestidos con mamelucos rojos que parecen haber salido de La casa de papel. A su vez, el front man es el único que tiene un color de ropa oscuro y luce una careta que simula estar pixelada: no tiene forma definida. Todo un símbolo.
La conjunción de elementos cinematográficos es variada. Se ven aspectos de la filmografía de Stanley Kubrick como la simetría, lo minimalista y los encuadres milimétricos. Además se escucha el poema sinfónico “Así habló Zaratustra” de Richard Strauss, en una secuencia en slow motion con el espíritu de 2001, Odisea en el espacio y las máscaras de animales de uno de los episodios son parecidos a los que usan los personajes de Ojos bien cerrados, el film protagonizado por Tom Cruise que mostraba una logia secreta.
La compleja construcción arquitectónica que se articula a lo largo de la serie muestra, a la vez, otro aspecto artístico notable. Hay retazos de la obra del artista neerlandés Maurits Cornelis Escher, como Relatividad, una de sus piezas más importantes. La escalera infinita que tiene múltiples centros de gravedad y parece ser un loop sin comienzo ni final está omnipresente en toda la serie. Otras como Ascending and Descending, de 1960, y Cycle, de 1938, están más ocultas.
La lluvia, que sucede en instancias clave del relato que no se van a spoilear en esta nota, es una condición climatológica clásica en Corea del Sur. Los films Oldboy y Parasite lo exponen. A la vez, esa humedad del ambiente es esencial para el noir o cine negro que explotó en la década del ‘40. En El juego del calamar hay un par de momentos con esta característica tomados casi como lo hace David Fincher en su magnífica Pecados capitales. Cuando emerge el thriller, cae agua.
La idiosincrasia coreana, la lucha de castas que enfrenta al Norte y al Sur, los roles sociales y las problemáticas de una sociedad -en algunos puntos- muy diferente a la occidental, se entremezclan con explícita brutalidad. Pero también otros síntomas positivos y negativos de la humanidad se elevan entre los rasgos de un argumento que pega como un latigazo.
Como las dos caras de una misma moneda, la psicopatía versus la empatía tensan la cuerda todo el tiempo de El juego del calamar, en una construcción geométrica perfecta.