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Se cumplen 20 años del 11-S: argentinos que murieron en las Torres Gemelas

Se cumplen 20 años del 11-S: argentinos que murieron en las Torres Gemelas

11.09.2021                10:50| Un bombero, un enfermero y tres empresarios fueron las víctimas argentinas del ataque que cambió la historia en 2001.

 

A mitad de la mañana del martes 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos sufrió el peor ataque de su historia: las Torres Gemelas se convirtieron en cuestión de minutos en una parte de la ciudad de Nueva York en escombros y cenizas, que dejó un saldo de casi 3.000 víctimas fatales y un cuarto de millón de heridos, aún hoy, 20 años después, sigue fresco en la memoria y en el trauma de los sobrevivientes y de la sociedad.

 

De la cifra official de muertos, cinco de ellos fueron argentinos. Un enfermero, un bombero y tres empleados empresariales integraron la lista negra local.

"Voy para allá; me van a necesitar"

 

El caso de mayor renombre fue el de Mario Santoro, un rosarino que vivía en Nueva York desde muy pequeño junto a sus padres Alberto y María.

 

Había logrado formar una familia junto a su pareja estadounidense Leonor y su hija Sofía, que en el 2001 tenía apenas dos años. Era técnico en emergencias médicas del Presbyterian Hospital, uno de los más importantes de Nueva York.

 

Vivía sobre la avenida Fulthon, en Brooklyn, cerca del famoso puente que cruza el Eastern River y el día del atentado se encontraba de licencia el día, pero al ver desde el balcón de su casa una de las dos torres ardiendo, le comunicó a su mujer que debía acudir al lugar de la tragedia: "Voy para allá; me van a necesitar".

 

Santoro se comunicó con Keith Farben, su compañero de ambulancia, y le pidió que lo esperara en el ingreso a una de las torres. Fue lo último que se supo de él.

 

La primera argentina identificada

 

Gabriela Waisman tenía 33 años, nació en en el barrio porteño de Caballito y emigró a los Estados Unidos con sus padres, Armando y Martha y su hermana Andrea en 1974.

 

El día del atentado estaba de visita en el piso 106 de la Torre Norte –un nivel por encima de Grehan–, lista para dar una presentación en nombre de Sybase, la empresa de software en la que trabajaba.

 

Waisman nunca se enteró de que un avión había impactado el edificio, unos pisos por debajo de donde ella se encontraba. Se lo comunicó por teléfono su familia, que lo veía por televisión: "Estaba asustada, decía que había mucho humo y que le costaba respirar", relató Armando, su padre hace algunos años. Luego hubo un par de llamados más con su marido, hasta que se realizó la última comunicación: "En el último llamado, decía que ya no podía respirar. Lloraba mucho. No la volvimos a escuchar", recordó.

 

El avión impactó unos pisos por debajo de donde se encontraba Pedro

 

Nació en 1965 en la localidad bonaerense de San Isidro y en 1997, Pedro Grehan decidió irse a probar suerte a Nueva York, tras permanecer desempleado, casado y con tres hijos. Después de unos años, se consolidó como analista financiero de la empresa Cantor Fitzgerald y trabajaba el día a día dentro de las torres.

 

Aquel 11 de septiembre llegó poco después de las 6:30 de la mañana a su oficina de trabajo. Un par de horas después, el primer avión impactaría unos pisos por debajo de donde él se encontraba, dentro de la Torre Norte: el vuelo de American Airlines fue estrellado entre los pisos 93 y 99.

 

Su madre, Inés Oteiza, aseguró haber visto a su hijo asomado en una ventana en una foto de un diario estadounidense y confió en que Pedro fue uno de los cientos que se arrojaron al vacío antes del colapso de las dos torres. Pero su cuerpo nunca fue encontrado.

 

Un bombero que salió al rescate

 

Sergio Villanueva tenía 33 años y ejercía como bombero al momento del atentado; le correspondía volver a su casa, pero se dirigió al World Trade Center a colaborar con el combate de los incendios.

 

Nació en Bahía Blanca y en 1969, cuando tenía un año, viajado a los Estados Unidos juntos sus padres. Ese año -el del hombre pisando la luna-, en Manhattan comenzaban a construirse las Torres Gemelas, las más altas del mundo.

 

En 1992, Sergio ingresó al departamento de Policía de Nueva York y siete años después, pasó al departamento de bomberos. Estaba comprometido con Tanya Bejasa y era conocido en su círculo íntimo con el apodo de "Big Daddy".

 

Ese 11 de septiembre, el bahiense había finalizado su turno a las 8 de la mañana, apenas unos 45 minutos antes de que un avión de American Airlines se estrellara contra la Torre Norte del World Trade Center. Antes de abandonar el cuartel, se volvió a poner la indumentaria y salió a ayudar con el rescate.

 

Sergio ingresó a la Torre Norte con la escalera 132, poco después de que el segundo avión impactara la Torre Sur. Ese fue el último instante en el que testigos lo vieron con vida. El ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se refirió a su acto heroico en su momento: "Hay un puñado de personas que nacieron para servir y dar el ejemplo. Sergio era uno de ellos".

 

Además, la Universidad de Hofstra, en Nueva York, hoy cuenta con la llamada "Beca Villanueva" en honor a su nombre. Su fin es ayudar a estudiantes-atletas a completar sus estudios universitarios.

 

El quinto argentino que murió la mañana que cambió la historia

 

Su nombre no figura en la placa del consulado en Nueva York que recuerda a las cuatro víctimas argentinas de los ataques del 11 de Septiembre. Se trata de Guillermo Chalcoff, un desarrollador de software, de 40 años.

 

Nacido y criado en Barrio Norte, Guillermo había obtenido la ciudadanía norteamericana un año antes del atentado a las Torres Gemelas, por lo que había sido registrado como una víctima local.

 

Guillermo había llegado a los Estados Unidos en 1985 y se instaló con su esposa Mabel. Allí tuvieron a sus dos hijos: Eric y Brian, que siguen viviendo en Nueva York.

 

Era el presidente de Accutek Information Systems, una empresa contratista cuyas oficinas se encontraban en otro punto de la ciudad. El día del atentado no debía estar en las Torres Gemelas. Pero fue porque una reunión a la oficina de la consultora Marsh & McLennan, ubicada en el piso 97 de la Torre Norte.

 

Guillermo, que vivía en Long Island, no tuvo tiempo para nada, ni para un llamado de despedida. Murió en el acto por el estallido del avión. Su cuerpo tampoco fue hallado.

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